Destacó la expresiva y juvenil voz de Ella, la hermosa interacción con el saxofón tenor de Stan Getz en ciertos temas, y el sonido clásico y rico de las grabaciones, en particular las reediciones. Si bien pueden apreciarse pequeños defectos ocasionales en las cintas maestras del vinilo original, el álbum es una colección de baladas coherente y agradable, para mí imprescindible para los fans de Ella Fitzgerald y los amantes del jazz clásico.